Niños que no obedecen, que son incapaces de cumplir las normas, que pueden llegar, incluso a gritar a sus padres... Se les suele llamar difíciles, pero, ¿qué hay detrás de esta conducta?
- Por regla general, los niños que actúan de esta manera es porque no tienen claro que hay unas normas que deben respetar. Los encargados de hacérselo entender son, evidentemente, sus padres.
- En muchas ocasiones, los niños no cumplen estas normas porque éstas, a la hora de la verdad, no existen. Lo primero que hay que hacer en una casa es establecer un horario y unas cuantas normas básicas que deben cumplirse a rajatabla. De esta manera, los niños sabrán el tiempo que pueden dedicar a ver la tele, hacer los deberes, etc., y las horas en las que toca ducharse, ir a dormir, etc.
- Si las normas no se cumplen, habrá que castigarlos. Reflexionar unos minutos en un rincón especialmente habilitado para ello es un buen sistema. Hay que evitar los gritos, las descalificaciones personales y, por supuesto, el castigo físico.