domingo, 21 de julio de 2019

Quiere pasar las vacaciones de Navidad lejos de la familia


El adolescente defiende su derecho a ser libre y disfrutar de su ocio; los padres lo ven como un ataque en estos días entrañables.

Las espadas están en alto: el joven quiere vivir su vida y sus padres consideran tal propósito como una provocación que rompe la unidad familiar. En este caso se puede confundir por ambas partes el verdadero sentido de la Navidad. Los hijos la identifican con una convención a la que se tienen que oponer para sentirse adultos. Los padres la consideran una tradición social ineludible, una demostración del cariño del joven y su continuidad en el hogar, y temen, además, la crítica de otros familiares si el hijo falta a una cita tan importante.

Como en otros casos, el no tajante de los padres es contraproducente: la prohibición o el chantaje emocional harán que el chico se quede, pero con un resentimiento que hará que las fiestas se conviertan en un fracaso. El diálogo y la comprensión de los argumentos de ambas partes solucionarán el problema. Las causas de esta actitud del joven pueden ir desde el normal deseo de pasar esos días con su pareja hasta una demostración de rebeldía. En efecto, porque el adolescente lo podría entender como una forma de despegarse del hogar y afirmarse como un ser autónomo que ha dejado atrás la infancia y la dependencia de la familia. Sin embargo, hay que hacerle comprender que vive en sociedad y que la madurez no está reñida con el respeto a los demás. El rechazo a determinadas tradiciones no le hará ser más adulto.

Por su parte, los padres tienen que desdramatizar la situación y darse cuenta de que sus hijos les pueden demostrar su cariño en cualquier momento del año. Quizá dejar que se vayan en esta ocasión ayudará a que, en un futuro, aprecien más la compañía de su familia. Eso sí, algo que jamás podrán evitar los padres en el caso de permitir que sus hijos salgan, serán las advertencias sobre el alcohol, el tráfico... No se trata de dejarle salir con prohibiciones, sino de hacerle sentir nuestra preocupación por su bienestar, nuestro deseo de que se divierta lo más posible, pero de una forma sana y segura.