El sistema nervioso del niño es sumamente delicado a causa de su inmadurez neurológica. Agentes externos violentos le afectan tanto física como psíquicamente. El ruido constituye uno de estos factores
HIPERESTIMULACIÓN
El exceso de ruido o los sonidos estridentes provocan efectos negativos sobre el pequeño.
Rompe el tímpano, especialmente sensible a edades tempranas, produce sordera total o parcial.
Se sobreexcita el sistema nervioso: las células cerebrales permanecen en un estado contante de acción y tensión. Ello provoca la irritabilidad y tirantez en el niño. Le vuelve agresivo.
La hiperestimulación, es decir, un ambiente abarrotado de objetos, ruidos, colores, etc., mantienen la atención permanente y la dispersión. El niño se desestabiliza psiquicamente.
RUIDO Y VIOLENCIA
Las películas, incluso los dibujos animados, muestran escenas de violencia que siempre van acompañadas de ruido: explosiones, golpes, disparos, caídas. Así se produce la asociación ruido-violencia. Cuando oye un estruendo o sonido brusco siente la tensión que experimentó ante la pantalla: actúa violenta y agresivamente.
AYÚDALE
Aísla de sonidos la habitación del pequeño. Lo consigues, o bien forrando las paredes con corcho o con aislantes decorativos, o bien a través de telas o muebles mullidos que los absorben.
Elige para él un dormitorio que no dé al bullicio callejero.
Evita utilizar la radio, la televisión o cualquier tipo de aparato a todo volumen, especialmente cuando duerme. Su cerebro sigue recogiendo señales.
Háblale suavemente