Muchos padres y madres tienden a confundir el concepto de niño nervioso con un problema más serio y difícil: el problema de atención. El déficit de atención es un síntoma que afecta básicamente al control de la voluntad del individuo y que hace que la atención sea muy débil, inestable y pasajera. Se considera que un niño posee un riesgo elevado de padecer un trastorno de la atención si, siendo menor de 7 años de edad, durante más de seis meses ha presentado o presenta algunos de los siguientes síntomas:
- Dificultad para centrar la atención en las tareas escolares y comete muchos errores por descuido.
- Dificultad para mantener la atención en un juego o en una tarea que se prolongue en el tiempo.
- Se comporta como si tuviera dificultad para oír los mensajes.
- Le cuesta seguir las instrucciones y no acaba lo que empieza.
- Se distrae fácilmente ante cualquier estímulo, aunque sea de intensidad mínima.
- Se olvida de las actividades cotidianas.
- Tiene dificultad para organizar cualquier tipo de actividad.
Lo más conveniente es acudir a un profesional para que haga un diagnóstico con el fin de evitar que el niño sufra y que esto interfiera en su adaptación a la escuela y a la vida familiar.
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