Extrovertido, introvertido, tímido, audaz... cada niño tiene su propia personalidad y los padres deben respetarla. Solo cuando algún rasgo de su carácter le produce sufrimiento o le impide madurar, es necesario ayudarlo.
- Si un niño es tímido, no es conveniente forzarlo. Hay que respetar su propio ritmo y darle el tiempo que necesite para adaptarse a las situaciones nuevas.
- Conseguiremos que adquiera una mayor autonomía y seguridad en sí mismo si evitamos sobreprotegerle. Es necesario que se enfrente a los retos y aprenda a manejar sentimientos como el estrés.
- También es importante darle la oportunidad de que pueda manejarse en sociedad, acudiendo a actos o reuniones donde pueda relacionarse con niños de su edad. En un entorno agradable y distendido, le será más fácil aprender a ser más sociable.
- Poco a poco, debemos exponerle a situaciones en las que deba ser más autónomo: animarle, por ejemplo, a que pregunte por un artículo al dependiente de una tienda , darle dinero para que compre él solo las "chuches", etc.
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