Desde que nacemos, experimentamos con nuestro cuerpo, exploramos y descubrimos el mundo que nos rodea de forma espontánea. A partir de ahí, los padres invierten tiempo y dedicación en jugar con sus hijos, algo que aporta numerosos beneficios al pequeño.
- Capacidad creativa: El juego es una actividad espontánea y libre que permite al menor desarrollar su imaginación y, a través de ésta, crea su propio mundo, en el que se siente a gusto.
- Relajación: Esta actividad lúdica permite al menor canalizar su agresividad.
- Socialización. El juego es evolutivo: empieza por el dominio del propio cuerpo y luego se desarrolla en grupo, con otros niños y niñas, favoreciendo así las futuras habilidades sociales del pequeño.
- Diversión. Esta actividad es muy placentera, al ser voluntaria, y también es una divertida manera de hacer ejercicio físico.
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